El cultivo de setas es un sistema biotecnológico eficiente, ya que se logran altos rendimientos y buena productividad con pocos controles ambientales. Las setas tienen tiempos de crecimiento cortos, crecen en un amplio intervalo de temperaturas y su habilidad para utilizar diversos materiales lignocelulósicos como sustrato, hace posible el empleo de residuos agrícolas, agroindustriales y forestales disponibles regionalmente. En concreto, la pulpa de cardamomo puede llegar a alcanzar una eficiencia biológica de ~114% en la producción de Pleurotus ostreatus. Los resultados de eficiencia biológica (EB) varían mucho de sustrato a sustrato, sin embargo, los sustratos recomendables son aquellos que tienen un valor de EB cercano o mayor a 100, lo cual puede lograrse probando algunas combinaciones de materiales residuales o bien realizando algún tipo de pretratamiento del material como la fermentación, el composteo o simplemente la pasteurización. De esta manera, se pueden aprovechar residuos producidos regionalmente, para producir alimentos de alto contenido proteico y el sustrato agotado puede aún ser empleado tanto para el re-cultivo de hongos comestibles como para la recuperación de suelos contaminados. Esto se consigue al enriquecer con otros desechos agroindustriales reduciendo de esta manera el impacto ambiental del sustrato agotado.