Reactores metálicos se alimentan con una mezcla de desechos de cultivos homogenizada con tierra. Al sellar los reactores, se empieza a mover la mezcla de forma que tenga consistencia. Debe llevarse un control a manera que la humedad se mantenga en su nivel óptimo junto con la temperatura. Tras finalizar el proceso, debe retirarse la composta del reactor y ser colocada en invernaderos para su maduración y estabilización. Se dice que el abono ya está listo cuando la temperatura de la mezcla alcanza una temperatura ambiente y una coloración casi negra. Se logra determinar un proceso de composteo para todos los residuos orgánicos provenientes de la planta empacadora de la empresa con el fin de poder vender el subproducto y así obtener una retribución económica del residuo.